Domingo 14 de enero – (Jn 1, 35-42)
Dos discípulos, orientados
por el Bautista, se ponen a seguir a Jesús.
Durante un cierto tiempo caminan tras él en silencio. No ha habido todavía un
verdadero contacto. De pronto, Jesús se vuelve y les hace una pregunta
decisiva: «¿Qué buscáis?», ¿qué esperáis de mí?
Ellos le responden con otra pregunta: Rabí, «¿dónde vives?», ¿cuál es el secreto de tu vida?, ¿desde dónde vives tú?, ¿qué es para ti vivir? Jesús les contesta: «Venid
y lo veréis». Haced vosotros mismos la experiencia. No busquéis otra
información. Venid a convivir conmigo. Descubriréis quién soy y cómo puedo
transformar vuestra vida.
Este pequeño diálogo puede arrojar más luz sobre lo esencial de la fe cristiana que muchas palabras complicadas. En definitiva, ¿qué es lo decisivo
para ser cristiano?
En primer lugar, buscar. Cuando
uno no busca nada en la vida y se conforma con «ir tirando» o ser «un vividor»,
no es posible encontrarse con Jesús. La mejor manera de no entender nada sobre
la fe cristiana es no tener interés por vivir de manera acertada.
Lo importante no es buscar algo, sino buscar a
alguien. No descartemos
nada. Si un día sentimos que la persona de Jesús nos
«toca», es el momento de dejarnos alcanzar por él, sin resistencias ni reservas.
Hay que olvidar convicciones y dudas, doctrinas y esquemas. No se nos pide que
seamos más religiosos ni más piadosos. Solo que le sigamos.
No se trata de conocer cosas sobre Jesús, sino de sintonizar con él, interiorizar sus actitudes fundamentales y experimentar que su persona
nos hace bien, reaviva nuestro espíritu y nos infunde fuerza y esperanza para
vivir. Cuando esto se produce, uno se empieza a dar cuenta de lo poco que creía
en él, lo mal que había entendido casi todo.
Pero lo decisivo para ser cristiano es tratar de vivir como vivía él, aunque sea de manera pobre y sencilla. Creer en lo que él creyó, dar
importancia a lo que se la daba él, interesarse por lo que él se interesó.
Mirar la vida como la miraba él, tratar a las personas como él las trataba:
escuchar, acoger y acompañar como lo hacía él. Confiar en Dios como él
confiaba, orar como oraba él, contagiar esperanza como la contagiaba él. ¿Qué
se siente cuando uno trata de vivir así? ¿No es esto aprender a vivir?