Domingo 12 de Noviembre – (Mt 25, 1-13)
Esta parábola nos ayuda a captar el mensaje
fundamental de otro relato en el que un grupo de jóvenes salen, llenas de
alegría, a esperar al esposo para acompañarlo a la fiesta de su boda. Desde el
comienzo se nos advierte que unas son «sensatas» y otras «necias».
Las «sensatas» llevan consigo aceite para mantener encendidas sus lámparas; las «necias» no piensan en nada de esto. El esposo tarda, pero llega a
medianoche. Las «sensatas» salen con sus lámparas a iluminar el camino,
acompañan al esposo y «entran con él» en la fiesta. Las «necias», por su parte,
no saben cómo resolver su problema: «se les apagan las lámparas». Así no pueden
acompañar al esposo. Cuando llegan es tarde. La puerta está cerrada.
El mensaje es claro y urgente. Es una insensatez
seguir escuchando el evangelio sin hacer un esfuerzo mayor para convertirlo en
vida: es construir un cristianismo sobre arena. Y es una necedad confesar a
Jesucristo con una vida apagada, vacía de su espíritu y su verdad: es esperar a
Jesús con las «lámparas apagadas». Jesús puede tardar, pero nosotros no podemos
retrasar más nuestra conversión.