EL VINO DEL AMOR

Juan 2, 1-11

El evangelio de Juan nos dice que fue en medio de una de estas bodas donde Jesús hizo su «primer signo», el que nos ofrece la clave para entender toda su actuación y el sentido profundo de su misión salvadora.

El evangelista Juan no habla de «milagros». A los gestos sorprendentes que realiza Jesús los llama siempre «signos».

La madre de Jesús, atenta a los detalles de la fiesta, se da cuenta de que «no les queda vino» y se lo indica a su hijo. Tal vez los novios, de condición humilde, se han visto desbordados por los invitados. María está preocupada. La fiesta está en peligro. ¿Cómo puede terminar una boda sin vino? Ella confía en Jesús.

Entre los campesinos de Galilea el vino era un símbolo muy conocido de la alegría y del amor.

Lo sabían todos. Si en la vida falta la alegría y falta el amor, ¿en qué puede terminar la convivencia? María no se equivoca.

Este gesto de Jesús nos ayuda a captar la orientación de su vida entera y el contenido fundamental de su proyecto del reino de Dios.

Jesús se dedica a hacer más humana y llevadera la vida de la gente.

Los evangelios presentan a Jesús concentrado, no en la religión sino en la vida.

¿Por qué? Porque Jesús contagia fe en un Dios en el que se puede confiar y con el que se puede vivir con alegría, y porque atrae hacia una vida más generosa.