CONVERTÍOS Y CREED EN EL EVANGELIO

Marcos 1,14-20

“Establezco que el III Domingo del Tiempo Ordinario esté dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios. Este Domingo de la Palabra de Dios se colocará en un momento oportuno de ese periodo del año, en el que estamos invitados a fortalecer los lazos con los judíos y a rezar por la unidad de los cristianos” (Papa Francisco).

El Reino que trae Jesús comienza por formar una comunidad, y que sus seguidores le responden personalmente, claro está, pero su respuesta supone aceptar y caminar con otros que el Señor va escogiendo.

También es relevante que el «escenario» que elige Jesús para dar comienzo a su misión no es el sagrado Templo ni en la Ciudad Santa, ni en un contexto religioso: es en el lago, en Galilea, en el lugar de la vida cotidiana de las gentes. Como lo es también qué «perfil» busca Jesús: no son especialistas en la Ley, no están especialmente formados intelectualmente, no consta que sean «fieles cumplidores» de los muchos preceptos judíos, ni forman parte de ninguna de las castas político-religiosas de la época: son gente normal.

Y además Jesús les invita a seguirle sin explicaciones, sin proyecto (bueno: ser «pescadores de hombres», pero seguramente no lo entendieron mucho de momento), sin promesas… y sin excusas, en exclusividad (dejando redes, mostradores de impuestos…). No busca «seguidores» a tiempo parcial, ni quiere que los trabajos, la familia, estorben en su seguimiento. Se trata de «estar con él» como prioridad absoluta.

Esa cercanía de Dios no está «atada» a un lugar, ni a unas prácticas religiosas, ni a una doctrina, ni tiene más condiciones que «creer» en esa presencia cercana y bondadosa de Dios. Jesús aquí no reprocha ni menciona el pecado o el arrepentimiento. Su llamada a la conversión significa y supone un cambio de mentalidad, capaz de abrirse a la novedad que Jesús trae con su presencia y su Evangelio.

Ahora se trata de ver qué me dice personalmente esta palabra en estos momentos de mi vida: orarla, aceptarla, asumirla en la propia vida y… caminar con otros por las nuevas Galileas.