(Mateo 9,36–10,8) Domingo 18 de junio
El Reino de Dios no es solo una salvación que comienza
después de la muerte. Es una
irrupción de gracia y de vida ya en nuestra existencia actual. Más aún. El signo más claro de que el Reino está cerca es precisamente
esta corriente de vida que comienza a abrirse paso en la tierra. «Id y
proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad
muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios». Hoy más que nunca deberíamos
escuchar los creyentes la invitación de Jesús a poner nueva vida en la
sociedad.
Se está abriendo un abismo inquietante entre el
progreso técnico y nuestro desarrollo espiritual. Se diría que el hombre no
tiene fuerza espiritual para animar y dar sentido a su incesante progreso. Los
resultados son palpables. A bastantes se les ve empobrecidos por su dinero y
por las cosas que creen poseer. El cansancio de la vida y el aburrimiento se
apoderan de muchos. La «contaminación interior» está ensuciando lo mejor de no
pocas personas. Hay hombres y
mujeres que viven perdidos, sin poder encontrar un sentido a su vida. Hay personas que viven corriendo, sumergidas en una nerviosa e intensa
actividad, vaciándose por dentro, sin saber exactamente lo que quieren.
¿No estamos de nuevo ante hombres y mujeres «enfermos»
que necesitan ser curados, «muertos» que necesitan resurrección, «poseídos» que
esperan ser liberados de tantos demonios que les impiden vivir como seres
humanos? Hay personas que, en el fondo, quieren volver a vivir. Quieren curarse y resucitar. Volver a reír y disfrutar de la vida, enfrentarse a cada día con alegría.
Y solo hay un camino: aprender a amar. Y aprender de
nuevo cosas que exige el amor y que no están muy de moda: sencillez, acogida, amistad, solidaridad,
atención gratuita al otro, fidelidad…
Entre nosotros sigue faltando amor. Alguien lo tiene que despertar. A los
hombres de hoy no los va a salvar ni el confort ni la electrónica, sino el
amor. Si en nosotros hay capacidad de amar, la tenemos que contagiar. Se nos ha
dado gratis y gratis lo tenemos que regalar de muchas maneras a quienes
encontremos en nuestro camino. (PAGOLA)