VIDA COMPARTIDA, ENTREGA MUTUA.

Los fariseos plantean a Jesús una pregunta para ponerlo a prueba. Esta vez no es una cuestión sin importancia, sino un hecho que hace sufrir mucho a las mujeres de Galilea y es motivo de vivas discusiones entre los seguidores de diversas escuelas rabínicas: «¿Le es lícito al varón divorciarse de su mujer?».

La respuesta de Jesús sorprende a todos. Invita a descubrir el proyecto original de Dios, que está por encima de leyes y normas.

Jesús ahonda en el misterio original del ser humano. Dios «los ha creado varón y mujer». Los dos han sido creados en igualdad. Dios no ha creado al varón con poder sobre la mujer. No ha creado a la mujer sometida al varón. Entre varones y mujeres no ha de haber dominación por parte de nadie.

Desde esta estructura original del ser humano, Jesús ofrece una visión del  matrimonio que va más allá de todo lo establecido por la «dureza de corazón» de los varones. Mujeres y varones se unirán para «ser una sola carne» e iniciar una vida compartida en la mutua entrega sin imposición ni sumisión.

Es Dios mismo quien los atrae a vivir unidos por un amor libre y gratuito. Jesús concluye de manera rotunda: «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el varón».