Marcos (10,46-52)
Estamos invitados a decirle hoy al Señor que queremos ver, que queremos quitar de nuestra mente y de nuestro corazón tantos velos que nos impiden ver las diferentes realidades de nuestra existencia.
- Queremos ver con claridad el sentido de nuestra vida… no queremos seguir enceguecidos por el consumo y por el ansia de poder y figuración.
- Queremos ver con claridad el camino que nos propone el Evangelio para empeñarnos con todas nuestras fuerzas en la tarea de hacer de este mundo un mundo más humano y más fraterno; un mundo más reconciliado y más verdadero.
- Queremos ver a todas y todos los compañeros de camino. No queremos hacernos los ciegos haciendo invisibles a los últimos. Queremos ver el rostro de Jesús en los inmigrantes, en los refugiados, en las viudas, en los huérfanos, en aquellos que las sociedades que viven bajo la luz del dinero quieren que no veamos y van excluyendo de los bienes y servicios que son de todos.
- Queremos ver con la luz de la esperanza porque sabemos que Jesús nos pregunta una vez más ¿qué quieres que haga? Él está presente siempre en nuestra historia y en nuestra vida.
- Queremos ver la vida con ternura y con compasión para acercarnos con la bondad del Dios que acoge y sana, que libera y envía. ¡Son tantas las personas que sufren que necesitan nuestra mirada compasiva y misericordiosa!
- Queremos ver el sufrimiento de nuestra gente. En nuestro paisaje urbano ya es habitual ver colas de personas en las oficinas de empleo o en los comedores sociales; también vemos con frecuencia imágenes de personas migrantes que mueren intentando llegar a nuestras costas europeas o malviven entre nosotros, así como otras personas que rebuscan comida o ropa en los contenedores de nuestros barrios. Su rostro se graba en nuestra mirada.
- Queremos ver con humildad nuestra fragilidad y nuestra vulnerabilidad para acercarnos a los que sufren y a las víctimas como compañeros de camino y de lucha y no desde la arrogancia de quienes creen que siempre aciertan.
- Queremos ver, finalmente, que juntos podemos avanzar más y mejor. Que el camino de la unidad es posible cuando llenamos de Evangelio nuestra mirada y nos atrevemos, con todas y todos, a construir el futuro.
¡Ten compasión de nosotros, Señor, y haz que veamos!