Marcos 3, 20-35
¿Qué es más sano, dejarse arrastrar por una vida de confort, comodidad y exceso, que aletarga el espíritu y disminuye la creatividad de la persona, o vivir de modo sobrio y moderado, sin caer en «la patología de la abundancia»?
¿Qué es más sano, seguir funcionando como «objetos» que giran por la vida sin sentido, reduciéndola a un «sistema de deseos y satisfacciones», o construir la existencia día a día dándole un sentido último desde la fe?
¿Qué es más sano, llenar la vida de cosas, productos de moda, vestidos, bebidas, revistas y televisión, o cuidar las necesidades más hondas y entrañables del ser humano en la relación de la pareja, en el hogar y en la convivencia social?
¿Qué es más sano, reprimir la dimensión religiosa vaciando de trascendencia nuestra vida, o vivir desde una actitud de confianza en ese Dios «amigo de la vida», que sólo quiere y busca la plenitud del ser humano?»