Marcos 10, 35-45
Mientras suben a Jerusalén, Jesús va anunciando a sus discípulos el destino doloroso que le espera en la capital. Los discípulos no le entienden. Andan disputando entre ellos por los primeros puestos. Santiago y Juan, discípulos de primera hora, se acercan a él para pedirle directamente sentarse un día «el uno a su derecha y el otro a su izquierda».
Jesús les contesta: “No sabéis lo que pedís”
La ambición los está dividiendo. Jesús los reúne a todos para dejar claro su pensamiento.
Jesús les resume lo que sucede en los pueblos del imperio romano:Los que son reconocidos como jefes utilizan su poder para «tiranizar»a los pueblos, y los grandes no hacen sino «oprimir» a sus súbditos. Jesús no puede ser más tajante: «Vosotros, nada de eso».
No quiere ver entre los suyos nada parecido: «El que quiera ser grande, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero, que sea esclavo de todos».
La enseñanza de Jesús no es solo para los dirigentes. Desde tareas y responsabilidades diferentes, hemos de comprometernos todos a vivir con más entrega al servicio de su proyecto. No necesitamos en la Iglesia imitadores de Santiago y Juan, sino seguidores fieles de Jesús. Los que quieran ser importantes, que se pongan a trabajar y colaborar.»