Juan 15, 9 – 17
Nuestra sociedad, construida desde los sanos y para los sanos, va generando constantemente grupos marginales de personas enfermas y deterioradas cuya atención y asistencia no parece apenas interesar a nadie, al no ser rentable ni económica ni políticamente.
Esta insensibilidad ante estos enfermos más necesitados y desasistidos no es sino reflejo de una sociedad que, una y otra vez, tiende a estructurarse en el olvido y la marginación de los más débiles e indefensos.
Lo mismo sucede en nuestras comunidades cristianas. Con frecuencia atendemos a los enfermos más conocidos y cercanos, ignorando precisamente a aquellos que se encuentran más necesitados de ayuda.
Las palabras de Jesús que escuchamos en este Día del enfermo: «Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado» han de sacudir nuestra conciencia.
Hemos de crear entre todos una nueva sensibilidad social ante estos enfermos marginados. Hemos de promover y apoyar toda clase de iniciativas, actividades y asociaciones encaminadas a resolver sus problemas.
Es exigencia del amor cristiano llegar al enfermo a quien nadie llega y atender las necesidades que nadie atiende.»