LATIDOS

“Recordar” es una palabra muy antigua: significa “volver al corazón”, porque un recuerdo es un instante revivido que de nuevo late y nos emociona. Los científicos actuales confirman esa vieja intuición: los sentimientos nos ayudan a conservar el pasado en la memoria, lo seleccionan, fijan la huella del tiempo recordado, lo protegen del olvido. Si quieres que alguien te recuerde, emociónale. Cuando se nos muere un ser querido, nos deja solos para cuidar, elegir y albergar nuestros recuerdos comunes. Hay un peligro: las vivencias más recientes son en ciertos casos injustas. En ocasiones la enfermedad o la vejez transforman a los que tanto nos quisieron. Los vuelven sombras, avatares cansados, fantasmas pálidos con solo destellos lejanos de su luz anterior. Los vemos cambiar y declinar paso a paso: olvidan, callan, dejan de escuchar, languidecen, se repiten, se empecinan, se aferran, caen en manías o bucean en océanos de angustia incomunicable… Porque no se encuentran bien. Sería triste quedarse solo con el recuerdo del último trecho, cuando las personas no son lo que eran, cuando ya no les quedan fuerzas y tampoco nos pueden querer con el desprendimiento de antes. Volviendo al corazón del pasado, nosotros, los vivos, aprendemos a difuminar el final y revivir sus mejores días. A veces se necesita olvidar algo para recordar mejor.

Irene Vallejo en Heraldo de Aragón 30/10/18