Mc 1,21-28
Jesús habla con autoridad. Anuncia con libertad y sin miedos un Dios bueno. Jesús no se acobarda.
Ve al pobre hombre oprimido por el mal y grita: «¡Cállate y sal de este hombre!». Ordena que se callen esas voces malignas que no le dejan encontrarse con Dios ni consigo mismo. Que recupere el silencio que sana lo más profundo del ser humano.
Jesús ha logrado liberar al hombre de su violencia interior. Ha puesto fin a las tinieblas y al miedo a Dios. En adelante podrá escuchar la Buena Noticia de Jesús.
Jesús siempre empieza a curarnos liberándonos de un Dios opresor.
Jesús cura porque nos enseña a vivir solo de la bondad, el perdón y el amor, que no excluye a nadie. Sana porque nos libera del poder de las cosas, del autoengaño y de la egolatría.