FELIZ AÑO NUEVO!

No es fácil comenzar el nuevo año. Lo desconocido inquieta, no sabemos lo que nos traerá. Lo festejamos de una manera muy ruidosa. Pero se puede comenzar el año en silencio. Es, sin duda, la manera más lúcida de adentrarnos en el misterio de ese tiempo que no podemos detener y que constituye nuestra vida. Llega ahora un año nuevo. Lo nuevo no sólo inquieta, también tiene su atractivo. Lo nuevo es algo intacto, inédito, lleno de posibilidades. Pero ¿qué puede haber de realmente nuevo en el año que comienza?  Tal vez, lo que más novedad puede introducir en nuestra vida es nuestra manera de vivirla. ¿Puedo ser yo un “hombre nuevo”, una “mujer diferente”?,  ¿se pueden despertar en mí ideas y sentimientos nuevos?, ¿puedo recorrer caminos no transitados, encontrar gestos nuevos, amar con nueva ternura, acercarme a Dios con corazón renovado? No hace falta que lo cambie todo. En realidad, lo nuevo está ya en germen dentro de mí. Lo importante es que viva atento a lo mejor que hay en mi corazón acogiendo aquello que me puede hacer crecer. Por eso, es bueno que nos deseemos mutuamente un Año Nuevo Feliz, pero es mejor todavía que nos preguntemos: ¿Qué deseo realmente para mí?, ¿Qué es lo que necesito? ¿Qué busco? ¿Qué sería para mí algo realmente NUEVO Y BUENO en este año que comienza?